Es un intento, nada más. Una búsqueda de libertad, una desatención. Es nacer con el grito puesto y los órganos expuestos. Una lluvia, un vómito de quejas. La memoria es fuego, el camino y los asfaltos: brea caliente que me derrite los pies y se me trepa por los hombros para agarrarme al suelo y clavarme al intento. Me devuelve, me baja, me funde con todo lo que no quiero. Torpe. Desesperado. Indefinido. Indeciso. Quizás se trate de respirar, de absorber vida y de reconocerse real. Pero mis pulmones están asfaltados, remachados y reumáticos. Mis ojos sudan barro, tierra que baja por mi cara y se aturde y se enciende para quemarme la piel, lacerarme la carne y los huesos. Los huesos… que son lo último que se va y que ni en la tumba gozan del delirio de la inexistencia. Hoy me duelen, como siempre: indefinidamente, tristemente, desgranadamente. Me duelen patéticamente en un dolor que se mezcla con mis venas y me confunde las articulaciones en las muñecas. Una vida incoherente que se escapa desde mis uñas que se clavan y se caen, leprosamente. Un abrazo que se me desarma antes de salir, un intento de paz que se descose y se olvida, en el aire. Es el encontrar en lo último del día una foto muerta, amarilla con el amarillo del pasado y roja con el rojo del futuro que se muere en el gris del presente, mi presente, hoy, ahora, nunca. Me veo subiendo, trepando, esforzándome hacia el otro lado… El otro lado. Pero es un intento, nada más. Nunca tuve las pelotas.
Si tirás todo a la mierda queda lo que verdaderamente querés decir, que no tiene por qué ser dicho a alguien en particular, un mensaje que significa algo quizás para vos, o quizás ni siquiera, porque a veces no entendemos lo que queremos comunicar.
viernes, 31 de octubre de 2008
viernes, 24 de octubre de 2008
Visiones - Tercera Entrega
Visión número 3: "Detrás de las Figuras"
Es lo que hay detrás de las figuras: un pueblo. Subiendo estoy arriba, y cuando veo a los costados el vértigo me comprime las arterias. Estuve todo un día distrayéndome ahí. Pero ahora estoy confundido, desanimado. Vuelvo siempre de noche. Camino por la tierra principal del pueblo chico. Hay cuatro construcciones que siempre veo cuando regreso: El dominio del cura: La casa grande: El monumento: Mi casa. Vuelvo siempre, de eso no hay dudas. Camino por la tierra principal con un recuerdo achatado. Me pregunto si existo tres minutos antes de mi puerta. Cuando paso por la casa grande me estremezco: hay una puerta con un vidrio vertical, hay una luz ámbar detrás que me recuerda al diablo. Entonces después me pregunto si existo, tres minutos antes de mi puerta. Fue así por mucho tiempo, desde que llegué al pueblo de las cuatro casas. Pero déjenme ayudarlos a imaginar. El pueblo está ahí, abajo, y desde el mirador arriba se ve un ángulo que es un pueblo. Es un rectángulo plano que por alguna razón presume tres dimensiones, pero es un papel, créanme. Son las estrellas arriba las que engañan. Siempre de noche hay una que se multiplica: una, dos, mil estrellas. Pero son una mentira: El tiempo y el silencio son amigos de los lagartos. Entonces de noche me pregunto si existo. El mirador está vacío. Pero déjenme ayudarlos, déjenme presumir. Desde el mirador arriba se ve el pueblo abajo. El pueblo gira en círculo y desestabiliza la vista del aventurero, porque es un carril que sube y baja y habla de un pueblo como un papel, inclinándose, subiendo y bajando: ahora la casa grande: ahora mi casa: el dominio del cura y el monumento: un círculo. Arriba el cielo, abajo el cielo, otro pueblo plano. Pero yo nunca me veo desde el mirador, solo veo el pueblo desierto. Tampoco escucho a los lagartos, solo el ruido de alguien haciendo silencio. Y en lo primero que pienso es en la casa grande. Su luz me estremece, porque es lo que veo antes y es lo que veo después: una luz que no es de estrellas, que me recuerda al diablo. Pero hay una figura, un recorte negro que va y viene y que veo entre el pueblo y el mirador. Es un péndulo en el aire frente a mí y es el azar cuando no es la muerte. Pero yo nunca me veo. El mirador está siempre vacío. El pueblo está siempre vacío. Hago esto, y vuelvo de noche.
Es lo que hay detrás de las figuras: un pueblo. Subiendo estoy arriba, y cuando veo a los costados el vértigo me comprime las arterias. Estuve todo un día distrayéndome ahí. Pero ahora estoy confundido, desanimado. Vuelvo siempre de noche. Camino por la tierra principal del pueblo chico. Hay cuatro construcciones que siempre veo cuando regreso: El dominio del cura: La casa grande: El monumento: Mi casa. Vuelvo siempre, de eso no hay dudas. Camino por la tierra principal con un recuerdo achatado. Me pregunto si existo tres minutos antes de mi puerta. Cuando paso por la casa grande me estremezco: hay una puerta con un vidrio vertical, hay una luz ámbar detrás que me recuerda al diablo. Entonces después me pregunto si existo, tres minutos antes de mi puerta. Fue así por mucho tiempo, desde que llegué al pueblo de las cuatro casas. Pero déjenme ayudarlos a imaginar. El pueblo está ahí, abajo, y desde el mirador arriba se ve un ángulo que es un pueblo. Es un rectángulo plano que por alguna razón presume tres dimensiones, pero es un papel, créanme. Son las estrellas arriba las que engañan. Siempre de noche hay una que se multiplica: una, dos, mil estrellas. Pero son una mentira: El tiempo y el silencio son amigos de los lagartos. Entonces de noche me pregunto si existo. El mirador está vacío. Pero déjenme ayudarlos, déjenme presumir. Desde el mirador arriba se ve el pueblo abajo. El pueblo gira en círculo y desestabiliza la vista del aventurero, porque es un carril que sube y baja y habla de un pueblo como un papel, inclinándose, subiendo y bajando: ahora la casa grande: ahora mi casa: el dominio del cura y el monumento: un círculo. Arriba el cielo, abajo el cielo, otro pueblo plano. Pero yo nunca me veo desde el mirador, solo veo el pueblo desierto. Tampoco escucho a los lagartos, solo el ruido de alguien haciendo silencio. Y en lo primero que pienso es en la casa grande. Su luz me estremece, porque es lo que veo antes y es lo que veo después: una luz que no es de estrellas, que me recuerda al diablo. Pero hay una figura, un recorte negro que va y viene y que veo entre el pueblo y el mirador. Es un péndulo en el aire frente a mí y es el azar cuando no es la muerte. Pero yo nunca me veo. El mirador está siempre vacío. El pueblo está siempre vacío. Hago esto, y vuelvo de noche.
jueves, 16 de octubre de 2008
Visiones - Segunda Entrega
Visión número 2: "La Gran División."
Sobre el horizonte del lugar que conocíamos la división había comenzado el verde era profundo la luz negra atrapados nuestros pies en el pantano alcanzamos el cielo con ojos cerrados conscientes del cambio nos proyectamos brazos abiertos hacia el horizonte del lugar que conocíamos distinto a todo lo previo el agua cristal el deseo y el hambre el deseo de satisfacer el hambre era todo verde profundo el gusto inquieto la tormenta cerca nos atravesaría en ese lugar pies empantanados brazos abiertos ojos ocultos ninguna tarde resiste el golpe de la luz negra no como tarde mis cabellos tomaban la forma del viento los objetos figuras de cuerpo oscuro de contornos azul objetos metálicos adelante la tormenta desde ese ímpetu divino sobre el horizonte del lugar que conocíamos el viento arremetía y mis cabellos eran su forma abrí los ojos la tormenta rugía y quebraba la madera de los árboles mis amigos eran presas del delirio huéspedes de las lenguas enterradas eran mis amigos mis enemigos plantados los tres en triángulo nos convenía el viento nos convivía erráticamente esperando el golpe ojos cerrados ocultos tras evolución gritando y quitándose el aire mis enemigos mortales eran mis amigos era la división se estaba preparando perdía el aliento en una gran zambullida de luz fue una explosión divina así comenzó la división sin límite mis ojos vieron lo que nunca ojos ajenos al triángulo verán una vida consumida en un instante los amigos enemigos las cenizas del verde traídas por una fuerza de marea los amigos enemigos cubiertos aún por deseo consumidos mis ojos cansados por la luz el corazón arremete contra el cuerpo pies atados sentimientos congelados el deseo arremete contra el deseo arremete contra un instante de caridad mis pies físicamente libres el deseo arremete ahora contra la demagogia del poder divino la división el reconocimiento el sustento sobre el lugar que conocíamos sobre el horizonte del lugar que conocíamos como una montaña dispuestos los dioses en contra del destino el aire en remolino sobre la tierra quebrada girando los dioses del poder dispuestos en círculo perfecto esperando el ruido en momento de caridad de pregunta de existencia silencio prematuro antes del cambio quietud indebida en la tierra explotada silencio ahogo instante de devolución pregunta de existencia los dioses en círculo encerrando el triángulo esperamos el ruido la división me ocurrió desprevenido.
jueves, 9 de octubre de 2008
Visiones - Primera Entrega
Buscando el espacio siempre fue, y cuando por fin me encontré en la fotografía no supe de mis necesidades. Se confunde el plano, aunque yo se que todavía debo despegarme, mantenerme aparte de los objetos. Pero estar dentro no significa nada. Hay una luz cambiando el color del sofá, ahora es rojo; y cuando me siento, la imagen me envuelve y me suelda a los puntos sobre la lámina. Pero todavía no es la posición, ni el espacio, todavía no es la fotografía. Así pierdo el sentido, pierdo el control, porque otra vez el lugar es equivocado. El humo me ahoga, pero el acero penetra primero, y pierdo el control, y entonces veo las visiones:
Visión número 1: "Un día, de día."
Quizás fue la sombra en la ventana, fuera de la ventana. Pero la oscuridad estaba afuera y en la ventana, como todo: allí y aquí, en el ojo. Ella vio la ventana en el ojo, y en la ventana había una sombra. Era un día, y era de día. Estaba sentada, estuvo sentada en un día, durante todo el día, hasta la noche, una noche. Y entonces la sombra se pegó en su ojo, encarnada en la ventana. Frente a la ventana: ella. Alli: el baño, una banqueta frente al inodoro. Debajo: la calle ajena, extraña, sitiada. Como un cuadro reventado, penetrado, pintado con mierda.
La botella es eterna, vacía. Se atornilla a la mesa sin líquido. Cuando hay sol es pegajosa, viciosa cuando está vacía. No se reemplaza ahora la botella, porque es un día, es una noche. Es lo que hay hoy, ahora: una botella vacía en el baño, frente a una banqueta fuera de lugar. Ella está parada, repite la posición, la hora, el sentimiento, la imagen y el razonamiento. Y es el razonamiento: el sentimiento.
Hay una fuerte imagen que quizás sea la sombra, quizás lo sea: la sombra. Es todo tan torpe dentro. El idioma con sus pasados y presentes es torpe y pierde autoridad: hoy, ayer. Un día, una noche es adecuado. Hoy, ayer: ideales.
La sombra es una mancha, una curiosidad. Un motivo, una posibilidad, es la calle y el donde ir escrito en la frente, frente al espejo, escrito en el espejo. Ella lo sabe. Ella estira el momento abasurado, envuelve la tristeza con el papel de su promiscuidad y espera frente a la venta. Mira la mancha, la tiene en el ojo, y entonces la confunde con un espejismo, una corriente desviada en su cerebro que transforma su retina en una mancha inexistente. Ella sabe que no importa, que si la mente se enferma de soledad ésta es indiferente ante el error: la sombra es real, está en su ojo.
Todo es real, todo: el instinto. El instinto le habla de muerte, de un bosque de noche y de un cuerpo blanco putrefacto. Y en el centro: ella, ella mirando adelante su cuerpo cubierto de infesto. Pero para esa imagen ella abandona la habitación, sin irse ni dejar de mirar se olvida de la mancha y su instinto la lleva a ese bosque de noche. Entonces: caras que rodean su cuerpo y la rodean a ella y rodean a la habitación, en el bosque y en el baño, en la habitación. Ella amanece en el baño, la botella atornillada al suelo, vacía.
Quizás fue la sombra en la ventana, fuera de la ventana. Pero la oscuridad estaba afuera y en la ventana, como todo: allí y aquí, en el ojo. Ella vio la ventana en el ojo, y en la ventana había una sombra. Era un día, y era de día.
Visión número 1: "Un día, de día."
Quizás fue la sombra en la ventana, fuera de la ventana. Pero la oscuridad estaba afuera y en la ventana, como todo: allí y aquí, en el ojo. Ella vio la ventana en el ojo, y en la ventana había una sombra. Era un día, y era de día. Estaba sentada, estuvo sentada en un día, durante todo el día, hasta la noche, una noche. Y entonces la sombra se pegó en su ojo, encarnada en la ventana. Frente a la ventana: ella. Alli: el baño, una banqueta frente al inodoro. Debajo: la calle ajena, extraña, sitiada. Como un cuadro reventado, penetrado, pintado con mierda.
La botella es eterna, vacía. Se atornilla a la mesa sin líquido. Cuando hay sol es pegajosa, viciosa cuando está vacía. No se reemplaza ahora la botella, porque es un día, es una noche. Es lo que hay hoy, ahora: una botella vacía en el baño, frente a una banqueta fuera de lugar. Ella está parada, repite la posición, la hora, el sentimiento, la imagen y el razonamiento. Y es el razonamiento: el sentimiento.
Hay una fuerte imagen que quizás sea la sombra, quizás lo sea: la sombra. Es todo tan torpe dentro. El idioma con sus pasados y presentes es torpe y pierde autoridad: hoy, ayer. Un día, una noche es adecuado. Hoy, ayer: ideales.
La sombra es una mancha, una curiosidad. Un motivo, una posibilidad, es la calle y el donde ir escrito en la frente, frente al espejo, escrito en el espejo. Ella lo sabe. Ella estira el momento abasurado, envuelve la tristeza con el papel de su promiscuidad y espera frente a la venta. Mira la mancha, la tiene en el ojo, y entonces la confunde con un espejismo, una corriente desviada en su cerebro que transforma su retina en una mancha inexistente. Ella sabe que no importa, que si la mente se enferma de soledad ésta es indiferente ante el error: la sombra es real, está en su ojo.
Todo es real, todo: el instinto. El instinto le habla de muerte, de un bosque de noche y de un cuerpo blanco putrefacto. Y en el centro: ella, ella mirando adelante su cuerpo cubierto de infesto. Pero para esa imagen ella abandona la habitación, sin irse ni dejar de mirar se olvida de la mancha y su instinto la lleva a ese bosque de noche. Entonces: caras que rodean su cuerpo y la rodean a ella y rodean a la habitación, en el bosque y en el baño, en la habitación. Ella amanece en el baño, la botella atornillada al suelo, vacía.
Quizás fue la sombra en la ventana, fuera de la ventana. Pero la oscuridad estaba afuera y en la ventana, como todo: allí y aquí, en el ojo. Ella vio la ventana en el ojo, y en la ventana había una sombra. Era un día, y era de día.
Visiones
Buscando el espacio siempre fue, y cuando por fin me encontré en la fotografía no supe de mis necesidades. Se confunde el plano, aunque yo se que todavía debo despegarme, mantenerme aparte de los objetos. Pero estar dentro no significa nada. Hay una luz cambiando el color del sofá, ahora es rojo; y cuando me siento, la imagen me envuelve y me suelda a los puntos sobre la lámina. Pero todavía no es la posición, ni el espacio, todavía no es la fotografía. Así pierdo el sentido, pierdo el control, porque otra vez el lugar es equivocado. El humo me ahoga, pero el acero penetra primero, y pierdo el control, y entonces veo las visiones:
martes, 7 de octubre de 2008
Nameless
¿Qué cuantos años cumplo decís? [Pausa] ¿Que no sabes? [Silencio] ¿Y cómo decís que me llamo? ¿Eh? [Silencio largo] No. Ese no es mi nombre. Que ese no es mi nombre, mierda! [Silencio] Se que ese no es mi nombre porque mi nombre es… [Pausa] Es inútil. Ya no lo recuerdo. [Pausa] Que ya no lo recuerdo, carajo! Que no haya salido en años no significa nada, hay un árbol frente a la casa que está ahí desde que nací y nadie lo acusa con el dedo. Cuando parpadeo por las noches puedo sentir el ruido de los ojos haciendo clic clic clic. Como una cámara fotográfica: clic clic clic [Silencio] ¿Qué de que ojos hablo? Pues de los ojos. Los ojos! ¿De qué ojos se puede hablar si no es de los ojos? ¿Eh? [Silencio] Pero eso no significa nada. También puedo ver la oscuridad y en ella encontrar otros sonidos: la mujer de enfrente sacándose la ropa es la más ruidosa. A veces me dan ganas de espiarla... [Pausa larga] Tengo que ir al baño. [Silencio] Que tengo que ir al baño carajo! [Pausa] Hacerme una linda pajita… ¿No me vas a ayudar? [Silencio] Podrías encender la luz al menos, como un viejo favor a un viejo zorro. Prender la luz aunque sea por última vez. [Pausa] Ya no la recuerdo, la luz. Se fue con mi nombre. Cuando apagaron la luz me apagaron el nombre. [Silencio] [Riéndose gustosamente] Cuando apagaron la luz me apagaron el nombre.
jueves, 2 de octubre de 2008
Taking a walk through the park something scared me like shit
Caminaba por el parque y algo me asustó mucho. Entonces me saqué la cabeza y comencé a gritar. Al rato se acercó una vieja a preguntarme si estaba bien. Obviamente le dije que no. "Señora, estoy asustado como la mierda" Y le pedí que me sostenga la cabeza. "Esto de andar sacándose la cabeza por cualquier tontería no está nada bien." Comentó al tiempo que me secaba la frente con un pañuelo. Me consoló un rato largo sobre un banco y de a poco comencé a sentirme mejor.
english
I was walking down the park when something scared me like shit. So I took off my head and started to scream. Soon an old lady came by and asked me was I alright? Obviously I said no. "Dear old lady, I'm scared like shit." I said, and asked her to hold my head. "It's no use taking off your head like that on so small a matter." She said as she dried my forehead with a handkerchief. She kept on doing it for a while and I began to feel better.
english
I was walking down the park when something scared me like shit. So I took off my head and started to scream. Soon an old lady came by and asked me was I alright? Obviously I said no. "Dear old lady, I'm scared like shit." I said, and asked her to hold my head. "It's no use taking off your head like that on so small a matter." She said as she dried my forehead with a handkerchief. She kept on doing it for a while and I began to feel better.
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