viernes, 31 de julio de 2009

Abstraction Number 5

Acrylic and pc - 33 x 48cm

El destino matemático, y por cada uno que comienza a llorar acá, hay otro que deja de hacerlo allá. Cara o ceca, es siempre la misma moneda, y de los dos lados pesa igual, y vale lo mismo, para comprar pan o mierda, según tu antojo.

English

Mathematical destiny. One starts to weep here as another stops there. Heads or tails, it's always the same coin, carrying the same value, and you can either buy bread or shit, as best suits your needs.

Safe Creative #0907314185273

lunes, 13 de julio de 2009

Little cutie

Little cutie is a cutie, more little than cutie! She wants to sit comfortably, cause she's a real beauty! Come see little cutie, come see little beauty! (She's going to be eaten by a shark really soon.)


Safe Creative #0907134121956

domingo, 5 de julio de 2009

The fat-thin man

Era flaco y era gordo. Y si me preguntan cuando fue que lo apodaron flaquigordo, la respuesta es el día de su nacimiento. Para serles completamente sincero, cuando uno lo veía no podía dejar de preguntarse si era flaco o era gordo. Porque vamos, no era ni un poco rellenito ni un poco huesudito, era bien flaco y bien gordo al mismo tiempo. Y cuando uno lo intuía a la distancia lo confundía con un poste y con un elefante. Le gustaba mucho mirar películas, y entre ellas El Mago de Oz era su favorita. La bruja malvada del oeste lo asustaba terriblemente, y cada vez que aparecía, aspiraba con noble fuerza en su sorbete la Coca Light y se agarraba al sofá como si se lo fuera a llevar un tornado. ¿Y quién puede culparlo? Su lugar de residencia era la ciudad de Lanús, y si hacemos algo de fuerza para imaginar (y no es mucha la fuerza que pido, pero tenemos que pararnos en el puente que cruza la vía del ferrocarril de este a oeste sobre la estación) podemos ver su flaquigorda espalda desde la ventana, entre las sombras y las luces que despide el León amaricado desde la televisión. Imaginemos que el flaquigordo aún está vivo y hablemos en presente. La habitación está oscura salvo por la luz de la TV. El timbre suena y el flaquigordo se levanta para recibir al delivery boy que le trae su pizza nocturna con su Coca Light. El flaquigordo se levanta, arrastra sus pantuflas por el suelo alfombrado, pegoteado de restos de brownie con dulce de leche y abre la puerta. “Puto” Le grita un neo-skater flogger que lo conoce y pasa por la puerta en el momento de la transacción con el delivery boy, que no se ríe tan solo porque teme perder su trabajo. Pero Juan (por comodidad voy a llamarlo Juan porque la palabra flaquigordo el Word me la subraya en rojo como inexistente, pero créanme que Juan sí existió), pero Juan es un alma de Dios, un pan de Dios, un León amaricado gordo y flaco chupador de Coca Light y fiel apostrador de brownies con dulce de leche a las 3 de la mañana, amante de Dorothy la cantante alcohólica y Toto el perro que mueve la cola aún en los momentos de mayor tribulación y Juan, Juan jamás (créanme que Juan jamás) Juan jamás llamaría a la pizzería para quejarse por un mal empleado. Para lo único que Juan llamaría a la pizzería sería para reclamar un mal envío de Coca regular en lugar de su favorita Coca Light, pero ya ni eso. La pizzería lo conoce y Juan toma Coca Light y la pizzería le lleva Coca Light y el acuerdo cliente-pizzería es un acuerdo de respeto mutuo y sobre esto no tengo nada más para decir.
Juan abre la caja de la pizza mientras camina hacia el sofá y come una porción antes de sentarse, agarra el control remoto y saca la pausa y se sienta a mirar:

“Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly.
Birds fly over the rainbow.
Why then, oh why can't I?”


Y piensa, porque imagínense que una cabeza encerrada en una habitación las 24 horas del día no puede dejar de pensar, piensa, piensa… Juan piensa… “Why then, oh why can’t I?” Es que Juan quiere volar sobre el arcoíris, con los pájaros y con lo que sea que vuele sobre el arcoíris, porque Juan tiene total conocimiento de que es flaco y de que es gordo y… “Why then, oh why can’t I”? Y con una lágrima que se le cae por la mejilla se come la séptima porción de pizza y ya todos sabemos que Juan en un rato se va a levantar y va a ir a la heladera a buscar brownies y dulce de leche y que va a arrastrar las pantuflas y a manchar la alfombra y a llorar cuando Dorothy se despida del espantapájaros, el hombre de hojalata, el León sin coraje y la very merry comunidad de la verde tierra de Oz. Las 4 de la mañana lo encuentran siempre culpable, con el estómago inflado y el alma destrozada. Pero esta madrugada es particular, si no lo fuera no estaría escribiendo sobre ella. Con un estoico gesto de real nobleza se levanta del sofá y se mete en su habitación. Se saca los pijamas y se pone la remera del Mago de Oz que su tía Martina le trajo aquel verano de Miami, y sale al balcón cantando en su precario inglés:

"If happy little bluebirds fly
Beyond the rainbow
Why, oh why can't I?
"

english

He was thin and he was fat. And if you ask me when it was that he was first nick-named “The fat-thin man”, the answer is birth. To be honest with you, it was impossible not to ask oneself whether he was fat or he was thin. Because hey, it wasn’t that he was merely a little plump or a little skinny, he was really fat and really thin at the same time. He enjoyed watching movies, and his favourite was The Wizard of Oz. The wicked witch of the west scared him out of his wits, and every time she appeared, he drank his Light Coke like a madman and grabbed the sofa in anguish as if a twister was just about to wipe him away. ¿And who can blame him? He lived in the City of Lanús, and if we make an effort we can see his silhouetted fat-thin back through the window of his apartment. Let’s pretend that he’s still alive for the sake of my poor English so that I can write in the present tense. The ring bells and the fat-thin man gets up with difficulty, walks in his sleepers towards the door and opens it. “Sad little prick” shouts out a neo-skater passing by at the moment. The delivery boy doesn’t laugh nor anything not because he pities the fat-thin man, but because he fears to be fired by his employer should he make fun of a customer. But Juan is a bleeding heart, a poor soul, and he wouldn’t dare complain for anything that would cause anyone any trouble. For the only thing he would complain is for a regular Coke instead of a Light Coke. But the pizza parlor already knew he liked only Light Coke and so the fat-thin man didn’t have any reason to complain at all.
Juan opens the box and eats a slice while walking towards the sofa; he takes the remote control and presses play:

“Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly.
Birds fly over the rainbow.
Why then, oh why can't I?”

And he thinks, because a head that’s locked up inside a room 24 hours a day 7 days a week can do nothing but think and so Juan thinks… “Why then, oh why can’t I?” Because Juan wants to fly over the rainbow with the birds and anything that will fly with him over the rainbow, but Juan knows perfectly well that he’s fat and that he’s thin and… “Why then, oh why can’t I?” and a tear-drop falls down his cheek as he eats the seventh slice of pizza while he gets up and walks towards the fridge to take out a vanilla ice-cream. Dorothy the alcoholic and Toto the happy dog are now kissing goodbye to the scarecrow and the tin-man and the Lion and the very merry land of Oz. 4 a.m. in the morning finds the fat-thin man with a bloated stomach and a saddened soul. But this morning is a particular one, I wouldn’t be writing this story otherwise. And so the fat-thin man gets up and puts on a Wizard of Oz T-shirt that his aunty brought him as a present. Then, slowly, he goes out into the balcony singing in his poor English:

If happy little bluebirds fly
Beyond the rainbow
Why, oh why can't I?

Safe Creative #0907054080739