martes, 30 de diciembre de 2008

Darling loves my pain.

Darling loves my pain, and I adore her for that. We're a happy couple, and walk hand in hand. She's my darling and she tears me apart. Will you marry me, little mother fucker?

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Soy Javi el Gnomo Disco y les deseo felices fiestas!!!

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Feliz Navidad!

Quiero desearle una muy feliz navidad a cada persona que he conocido en este corto tiempo de mi vida blogger. Cada uno ha aportado algo único y maravilloso a este espacio y me ha marcado de mil maneras. Estoy muy agradecido con todos ustedes por cada palabra de apoyo, de agradecimiento, por cada saludo y cada comentario. Por las críticas, todas positivas, por las ideas, por compartir conmigo en sus blogs pequeñas y grandes partes de sus vidas. Encuentro en el blog un lugar donde volcar mis ideas y pensamientos, mis dudas y certezas. Encuentro en ustedes verdaderos compañeros en este camino de aprender a encontrarse con uno mismo y con los demás para así estar cada vez más cerca del conocimiento propio. No puedo más que pensar que somos todos parte de lo mismo y estamos, salvando las distancias físicas, más cerca de lo que nos damos cuenta. He tenido visitas de muchos países y de personas de distintas profesiones y costumbres, pero todas han aportado y todas me han hecho crecer mucho. Espero haber aportado algo mío a sus vidas, por más pequeño que haya sido. Si no, seguiré intentándolo. Les mando un saludo enorme y un gran abrazo a todos por igual y espero podamos seguir conociéndonos cada día un poco más y mejor.

Feliz Navidad!
Javi

domingo, 21 de diciembre de 2008

Poemitas - Noteeth-Boy

Este es el primero de una serie de 10 poemitas que tengo escritos. Tengo la idea de publicarlos en papel junto con otros diez que aun no están terminados y acompañarlos con ilustraciones minimalistas en blanco y negro. Pensé en invitar a quién esté interesado a dibujar el poema con una serie de pequeñas ilustraciones que sigan su hilo conductor. Se que hay varios de ustedes que dibujan con gran talento y me gustaría saber si están interesados en la idea. Obviamente esto es con fines tanto artísticos como comerciales y se harían los registros y depósitos que indica la ley. Les mando un gran saludo a todos y acá les dejo el poemita. Espero lo encuentren entretenido.

Nooteeth-boy

Era un niño taciturno,
enfermizo, indiferente,
es que nunca en su vida
le habían salido dientes.

Por esas cosas de la vida,
él ya nunca sonreía,
le daba mucha vergüenza,
porque la gente se reía.

La verdad es que su boca,
no solo de dientes carecía,
otras partes le faltaban,
entre ellas, las encías.

Había probado dentaduras,
de porcelanas y de aceros,
pero todas, aunque caras,
le hacían agujeros.

Un buraco negro y frio
era todo lo que tenía,
cuando quería comer,
una manguera le ponían.

Manzana rallada y papilla
por el tubo le pasaban,
el soñaba que comía
y hasta que masticaba.

"Que difícil que es mi vida,
no se hacer las consonantes,
mi lengua no tiene soporte
debo hacerme un implante"

"Ni tampoco tienes suerte
con lo horrible que tu eres,
que como a los otros niños
te visite el ratón Perez"
(Todo esto, sin las eses)

Una mañana de abril,
cuando del colegio salía
dijo adiós muy por lo bajo
su vida nada así valía.

Buscó por toda la internet,
y encontró un gran cirujano,
de distinguido talento
a quien llamaban "El Riojano".

Lo sentó en una silla,
ató su cuerpo con alambres,
"quédate quieto mi pequeño,
evitemos los calambres"

Noteeth-boy vio todo negro,
sus ojos se pusieron tuertos,
cuando despertó mas tarde
no lo hizo vivo, sino muerto.

Pero él nunca se enteró,
todavía cree que vive,
lo ignoran igual que antes
pero ahora, al menos sonríe.

Adiós pequeño niño sin dientes. Que seas muy feliz.

jueves, 18 de diciembre de 2008

La mujer.

La mujer es un animal peligroso. Tuve la suerte de conocer algunos especímenes desde cerca y nunca hizo falta que me descubra la yugular para corroborar su fiereza. En mis tratos con ellas, más con algunas que con otras pero con todas en algún grado, siempre noté una gran tendencia a acciones no del todo definidas pero no por eso faltas de sentido. Una de ellas es esta gran necesidad que tienen de procrear y con ella su falta de criterio a la hora de elegir el macho dominante. Decir que la mujer pone la procreación como objetivo fundamental sobre todo lo demás sería caer en rotundas generalidades: algunas lo hacen sobre todo lo demás excepto la economía familiar o la novela de las 3 de la tarde. (Siendo esta última opción un tanto más popular entre las mujeres del Conurbano Bonaerense). Conozco varias que aspiran a ser madres y en esta aspiración guardan los deseos y frustraciones de sus mamás y abuelas y con ella llevan el grado de estupidez femenino a puntos inimaginables. Por ejemplo: Una de mis ex novias (y esto es una confidencia y como tal espero no la divulguen ya que si ella tuviera sentimientos podría herírselos con lo que voy a decir)... como decía… una de mis ex novias (tampoco voy a escribir su apellido porque es muy largo y hace mucho calor) una de mis ex novias quería tener diecisiete hijos conmigo. O sea, ni diez ni doce ni quince: DIECISIETE. Claramente le dije que no y entonces comenzaron los problemas. “¿Cómo no vas a querer tener 17 hijos conmigo, vos estás loco, acaso no te gusto más?” Luego descubrí (y el paso del tiempo sigue dándome la razón) de que no necesariamente los quería tener conmigo sino con cualquiera que pueda dárselos. Y como yo tengo los huevos bastante secos creo que hizo muy bien en irse a buscarlos a otro lado. Espero que llegue al número buscado (mis informantes me dicen que está bastante cerca) y espero que cuando los tenga le alcancen las tetas para darles de comer aunque sinceramente lo dudo mucho ya que ni le alcanzaban para mí. No es que las tuviera pequeñas, no me malinterpreten, las tenía de un tamaño estándar pero estaban ya un tanto pasadas de fecha y uno se acercaba a ellas como con la impresión de que en cualquier momento le iban a causar a uno una gran indigestión .Otra de mis ex chicas (y discúlpenme si acá se me pianta una carcajada) quería tener un hijo porque tenía ganas de comprarle la ropita de bebé. Si uno le preguntaba cual era el motivo ella decía: “Porque me gusta mucho cambiarlos y comprarles la ropita de bebé tan hermosa que venden en las tiendas” Claro que esta madre wanna-be hubiera huido despavorida al primer llanto del niño por las noches o al primer pañal por cambiar. No sé que es de su vida hoy, pero mi consejo para ella es que se consiga trabajo en una casa de ropa para bebés o que se compre una muñeca.
Además de ser peligroso, la mujer es un animal por demás extraño. A veces creo que vienen de otro planeta como los gatos y que su objetivo último es el de hacernos la vida miserable. Lo peor de la mujer es su encanto y lo linda que es. Claramente esto está así diseñado para esclavizarnos y someternos a sus deseos. Pero la experiencia me ha enseñado a desconfiar de su belleza casi tanto como de todo lo que dicen. Y no es que mientan expresamente, claro que no. De hecho ellas creen que dicen la verdad. Con esto quiero decir que la verdad de la mujer es una mentira universal. Es el artificio que descubrió la naturaleza para subsistir y es el método que usa para propagar la procreación humana y así nuestro existir. ¿Quién, sino, en sus cabales, desearía fervorosamente tener diecisiete hijos (y todos conmigo!) los cuales, tarde o temprano se van a despertar en el medio de la noche llorando porque están con el culo cagado?

sábado, 6 de diciembre de 2008

El acorde perfecto.

Tenía 90 y desde hacía 10 vivía sola con un piano desafinado. Rehusaba tocarlo sabiendo que pronto se sentaría a hacerlo. Así, pues, la soledad y el silencio (tanto más el silencio que la soledad, si es que no son la misma cosa) la acercaron a su anacrónico amigo. Comenzó despacio, con cautela, como aquellos que desconfiados ingresan en un mar de conchas afiladas. Buscó melodías deformadas y encontró en cada nota un motivo para seguir tocando. Así, con una mueca de placer y morbo que era el resultado combinado de su insufrible soledad y su exquisito oído, fue amigándose con su música. De niña había escuchado un rumor sobre un acorde secreto que permitiría a su realizador verle la cara a Dios y encontrar en esta imagen la perfecta paz. Desde entonces había jugado con la idea de buscarlo pero nunca seriamente, y si bien había gastado tediosas horas en insípidos intentos, nunca lo había hecho sistemáticamente y por supuesto nunca había tenido éxito. El rumor era conocido únicamente en los círculos de elite en los que había sabido moverse. Se creía que para conseguir lo imposible, se debían usar las dos manos para sostener un acorde de siete notas con la presión exacta sobre el pedal, pues la duración era tanto o más importante que el acorde mismo. Rumores, ni más ni menos, que nunca nadie había podido negar o afirmar y que con el correr del tiempo se fueron convirtiendo en poco menos que leyenda. Pero no en ella. Ella había guardado esta ilusión como quién aún cree en los milagros y ahora sus días se destejían en esfuerzos organizados y sistemáticos por encontrar el acorde de Dios. Acordes con sexta, séptima, octava; bemoles o sostenidos, escalas imposibles, en notas altas o bajas, arpegios que terminaban siempre con siete reumáticos dedos sobre el desafinado piano que parecía quejarse ante su ineptitud. Todo lo anotaba y todo lo registraba para no repetir errores, y la voracidad de su necesidad la fue llevando a sentarse frente al piano 14 horas diarias. Vaya uno a saber si por causa de lo altísimo y dignísimo de su tarea o simplemente por mera longevidad, la vida de esta señora parecía no tener fin, y casi llegando a los 100 el piano estaba sencillamente tan desafinado que cualquiera que pasaba caminando por su ventana ponía cara de incomodidad o vergüenza al escucharla tocar. Pronto comenzó a pensar que la tarea era sencillamente imposible y esto la hizo desesperar. Dudó amargamente y con lágrimas que la encontraron sola en una habitación que parecía reírse de su ineficiencia. Es cierto que los años habían matado sin piedad su fino oído musical y ella ya casi no se daba cuenta del error. Pero lo que la desalentaba realmente está más allá de lo que alguno de nosotros pueda comprender en palabras. La queja muerta, ahogada y continua, las pantuflas pesadas con el polvo de mil años y la alfombra negra con el tiempo de otras tantas frustraciones. El eco ido, la reverberación imperfecta, el esfuerzo inútil. La soledad, el silencio, la oscuridad, el calor, los mosquitos, la humedad. Todo esto no es más que un vanidoso intento descriptivo de quién escribe. Me bastará decir que no es nada de todo esto, o en todo caso, lo es indudablemente, pero distorsionado por el peso de mil golpes. Sin embargo, todo llega a un fin, y un gran día (tan grande como las pirámides y el amor verdadero) la vieja volvió a sentarse al piano y comenzó a tocar nuevamente. Razonó que si nunca nadie había tenido éxito en la búsqueda era justamente porque lo habían hecho sobre pianos afinados. Esto la alegró inmensamente. Desarrolló un método (More madness in it than method proper) y calculó que podría alcanzar todas las combinaciones si se pusiera a tocar 20 horas diarias durante dos años. Pensó que estaba acostumbrada a dormir poco y así entonces comenzó su empresa. Las combinaciones que realizaba eran verdaderamente inteligentes y el método más que eficiente. Sus oídos se acostumbraron a frecuencias imposibles y buscaron con gusto el acorde secreto, esa combinación ideal que sociedades y sectas habían perseguido frenéticamente desde tiempos inmemoriales. (Se creía que varios habían muerto en el intento pues así como existe el acorde de Dios también existe el de su antagónico enemigo, y este es, por cierto, mucho más fácil de encontrar y con él, la muerte). Carreras enteras habían alcanzado la ruina total por esta manía que se volvía obsesión en muchos. Sin embargo, nada desalentó a nuestra pianista a partir de este momento. Desde el alba hasta el ocaso, con luz eléctrica o de vela según la ocasión, encorvaba su espalda y acalambraba sus dedos hasta quedar exhausta frente al piano. Pasó un año y había tachado conforme la mitad de las combinaciones posibles. Pasó otro y le quedaron tan solo unas docenas de sonidos. Quedaron veinte, quedaron diez, cinco, cuatro, tres y dos. Quedaba ahora solo el último, y en este último, el éxito de su vida o el fracaso de la de todos. Esa noche, que era una noche igual al resto salvo por la presencia de la muerte que nos viene a reclamar, nuestra anciana muere antes de probar la última opción. Queda sobre el papel, en este perfecto método, la posibilidad de tocar el último sonido. Aquí lo tengo junto a mí, firmado por mi abuela. Quizás algún día lo toque y nada suceda. O quizás me vaya con ella, al cielo o al infierno.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Never: La Película.

Hoy me pongo en crítico de cine como mi amigo Juano y les cuento que está pronta a estrenarse la tan esperada película Never. Narra la historia de dos personajes que coinciden en una isla desierta (ella muy sexy y él un tanto desalineado pero irresistiblemente macho) luego de un accidente aéreo del cual ellos son, coincidente y mefistofélicamente, los únicos sobrevivientes. Luego de un incómodo y por suerte breve tiempo de reconocimiento del lugar, él comienza a demostrar sus aptitudes de boy scout epiléptico mientras ella falla en sus intentos de cocinar un animal que él ha cazado con una piedra y destrozado en el intento. Concluída la cena ella comienza a quejarse por la falta de un cepillo de dientes y él comienza a tener una erección. Ella lo increpa y le echa la culpa del accidente (en el fondo todos sabemos que lo que quiere es un buen polvaso) y le propina una cachetada que él muy ágilmente captura. La toma por la cintura y la atrae hacia su cuerpo. Comienza un forcejeo donde ella se resiste al mejor estilo Coca Sarli y luego de un tiempo (entre 5 y 10 segundos exageradamente), sus prejuicios hacia la clase social inferior a la cual él pertenece se disuelven (y esto no es de asombrar a nadie ya que cuando las necesidades orgánicas aprietan no hay muchacha que aguante, en otras palabras: cuando estás caliente se va el protocolo a la mierda) y terminan revolcándose entre las ramas en una escena de alto contenido erótico y por que no también, permítanme decirlo, un tanto polémica. Y esto es porque en determinado momento (esto no se ve en la toma pero créanme que es cierto) una rama traicionera se clava en un glúteo del personaje masculino y lo obliga a detenerse en su acto sexual con un grito que podría describirse como perteneciente a algún animal prehistórico con las cuerdas vocales flojas. El director (excelente profesional que es) ni corto ni perezoso hace un zoom out con fade y aprovecha así este grito para hacerlo pasar por el de un gran orgasmo final. He tenido la suerte de ser invitado a la premiere y mi consejo para todos ustedes es que ni bien se estrene, no vayan a verla. O en el caso extremo de que estén muy aburridos, vayan, pero solo si les pagan la entrada o se les cortó la luz en casa y no pueden quedarse a ver los VHS de MacGyver de cuando lo pasaban a las 17hs. por Telefé.

Saludos y buena fortuna para todos!

martes, 2 de diciembre de 2008

La próxima hora

Estoy en la habitación blanca. Algunos la consideran mínima, otros irremediablemente inalcanzable. Aquellos que miran un poco más lejos la ven como lo que realmente es: un mundo en sí mismo y un mundo en mí. Estos intentarán penetrarla. Claro que los elegidos son pocos (sabe El cada vez menos) y generalmente de salud precaria. Estos morirán en el primer intento: la habitación no tiene puertas ni ventanas. Yo, sin embargo, no he tenido que hacer tal esfuerzo ya que he nacido adentro. Ella es mi hábitat, mi lugar, yo soy la habitación. Divido mi tiempo en segundos, minutos y horas que sin embargo no conforman días y que, como se podrá inferir con un mínimo de esfuerzo, tampoco conforman meses ni años. Las horas se suman con una matemática básica y precisa pero cualquiera podrá ver que es siempre la misma hora. Por razones de comodidad y morbo les aplico un número diferente e irrepetible y las apilo una sobre otra. A veces, cuando el aburrimiento es insistente, también les asigno nombres junto a los números y soy capaz de contarlas y cantarlas al mismo tiempo desde la primera a la última en una gran hora que es todas las horas. Claro que esto me requiere un gran esfuerzo. La habitación es eterna e infinita. He escuchado rumores sobre como algún día colapsará hacia adentro hasta un punto mínimo donde no tendré ya lugar para acomodar mi cuerpo. Estas no son más que tercas habladurías de envidiosos principiantes. Por lo pronto, aquí estoy y aquí es donde soy. Todos los rumores sobre mis costumbres son ciertos. ¿Cómo no podrían serlos en una habitación eterna? Todo ha pasado ya y todo volverá a suceder ad æternum ad infinitum. Nunca nada dejará de ser. Nunca nada fallará. Así, mis maneras son las de aquel que ya todo lo ha hecho. He conversado con satélites y le he hecho el amor a mil diosas embriagadas. He sucumbido a los placeres del mejor vino y he dado muerte a los más bravos guerreros épicos. Claro que todo esto ha sucedido infinitas veces y cada vez con variaciones de mi antojo. En la última hora, por ejemplo, y antes de escaparme de la rutina, me he perdido junto a Κίρκη en la isla de Eea y he vengado su tiranía sobre Ὀδυσσεὺς cortándole el cuello doce veces. He encontrado mil números primos y los he olvidado solo por el placer que me dará volverlos a encontrar. He escrito el poema perfecto y no he visto Su cara en él reflejada. He deshecho y rehecho de atrás hacia adelante los últimos cantos de los primeros escritos y he encontrado errores irremediables en la mezcla de los colores de los mejores pintores. He sabido olvidar mi nombre solo para pedirle al silencio que me lo grite al oído y he encontrado en mi mano izquierda aquello escondido por su cómplice la derecha. He visto mi espalda en el horizonte y he tocado la piedra que sostiene mis pies solo para pedirle que se arrepienta de su tiranía. Lo he retado a duelo frenéticamente pero solo he recibido silencio a cambio. He hecho esto y todo lo he rehecho siete veces. Así, algunos me glorificarán aterrados, otros en cambio sentirán pena por mí. A los primeros los detesto, a los últimos no puedo más que desearles lo mejor.
Pero estoy cansado de hablar y me pierdo en pensamientos poco interesantes. Debo descansar, las horas son cada vez más largas y sus contenidos comienzan a rozar lo infinito. Necesito recostarme, me espera la ardua tarea de vivir la eternidad en la próxima hora.