viernes, 28 de noviembre de 2008

El último

El último me partió el corazón. Claro que podría haber sido también el primero. Todo depende de cuando uno empiece a contar. Yo, en este caso, había comenzado por el primero. Uno, dos, tres, cuatro… el último. Y a cada uno le había hecho una cruz como un preso. Pero el último, como ya dije, me partió el corazón. Ahora, cuando me pongo a pensar, cuando cierro los ojos y busco en mi memoria imágenes de aquella noche, puedo asegurar que todo es real. Esto pueden creérmelo o no, me da igual. Aunque la espera fue larga, y uno se confunde un poco hacia el final. Me senté en la cama y encendí la TV, era tarde, un poco tarde para mi gusto pero el trabajo dignifica o eso al menos es lo que dicen. Vestido con mi bata deluxe puse el DVD de Casablanca en su edición aniversario y me recliné sobre la almohada. Encendí un Gitanes y empecé. Mi trabajo es simple, aunque no por eso para cualquiera. Las esperas no son nada fáciles y desaniman al más paciente. Pero soy un hombre de una personalidad inquebrantable. Soy un hombre inquebrantable, de personalidad, un gran hombre. Así entonces terminé Casablanca y el cuarto Gitanes cuando el teléfono sonó después de nueve años y ajusté mi bata para atenderlo como quien me llamaba se merece.
La voz habló como la recordaba. En un tono apagado dijo lo que yo sabía que iba a decir, dio sus coordenadas y hacia el final me preguntó cómo estaba. Yo respondí con educación y justeza sin olvidarme tampoco de la pregunta protocolar. La familia, respondió la voz, se encuentra bien, la niña guapa y crecida, el niño ya con los primeros pelos en su cara, la mujer un tanto más gorda. Todo esto, pensé por dentro, es natural y por demás redundante, pero la redundancia es algo a lo que estoy acostumbrado en mi trabajo, que es siempre el mismo y que consiste en esperar. Así entonces colgué y caminé hasta el pequeño refrigerador donde guardo mis cervezas. Abrí una y la bajé casi entera. El calor es sofocante y a mí me molesta como a cualquiera bajo un ventilador de techo que gira no más rápido que la cuerda de una cajita musical. El aire quieto y lleno de humo. El silencio de la película terminada. La voz clara, la coordenada precisa. Puse play en el reproductor nuevamente y comencé a vestirme. “…and wait and wait and wait…” La voz en la película.
Nunca sé cuando deberé salir y entonces siempre tengo mi guardarropas en orden: un pantalón Wrangler Montana azul, una camiseta blanca escote en V, una camisa escocesa azul y roja y un par de zapatos marrones punta reforzada. Agarré la caja de Gitanes casi vacía, la puse en el bolsillo de la camisa y salí al entrepiso. El dueño de la pensión escuchaba “Solo le pido a Dios” en una vieja radio y esto me pareció extraño y si fuera supersticioso hubiera notado que algo no andaba bien y me hubiera quedado adentro. Pero soy torpe, aunque levemente. Así entonces bajé la escalera y salí a la calle. Caminé hasta la esquina y miré hacia la ventana de mi habitación. La luz de la TV iluminaba la noche argentina con imágenes del Marruecos Francés. Repasé la dirección en mi mente. Debería caminar no más de quince minutos. Así que saqué un Gitanes y me puse a fumar. Fumé y caminé hasta que encontré el número grabado en una elegante placa. Aquí, entonces, es donde viven. Toqué el timbre y cuando me preguntaron quien era respondí “soy yo”. Papá me abrió y luego de saludarlo le disparé. Luego hice lo mismo con la niña guapa, el niño con la barba nueva y la señora regordeta. Pero como dije antes, y como repito ahora, el último me partió el corazón. Y es por eso que con Bobi no pude, y aun debe estar ahí, ladrando, avisándole al barrio que sus dueños están muertos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Can't keep my eye off you

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domingo, 16 de noviembre de 2008

Me gusta mucho tu pollera

Me gusta mucho tu pollera. O sea, no sé si me explico. No sos particularmente vos, es la ropa. A veces me gustas bastante menos. Pero hoy, hoy me gusta mucho tu pollera. Las piernas blancas te hacen juego con el denim. Y las zapatillas de flogger sin medias me calientan bastante, para serte sincero. Y obviamente, también te prefiero sin pintura en la cara. Así, al natural. Y el hecho de que estés usando una remerita blanca sin mucha ceremonia me pone bastante inquieto también. Seamos sinceros. Sos una flaca hermosa, y me calentás mucho, pero no me da para ponerme de novio. Esas cosas con vos no me van. Caminar de la mano los dos… Hmmm… Que querés que te diga. Preferiría evitarlo. Claro que por un polvo puedo llegar a agarrartela por media cuadra, quizás un poco más. Todo depende de que caliente que esté. Tu vieja… tu vieja me calienta bastante también. De tal palo tal astilla. Es que no se si te habrás dado cuenta, pero ella me busca. No creo que lo haga conscientemente, pero cada vez que voy a tu casa me roza provocativamente o dice algo para encender mis ratones. ¿Qué si alguna vez me imaginé con vos y ella en la cama en una menage a trois? Bueno… seré todo menos mentiroso, así que la respuesta es que sí, claro. ¿Sorprendida? Igual, ojo, que una cosa es la imaginación y otra muy diferente la acción. ¿Acaso crees que soy un hijo de puta? No señor. Además no creo que acepte si se lo preguntamos. Por otro lado, no creo que a tu papá le guste mucho la idea. Claro que el pobre ya está para otra cosa. A lo mejor quien te dice, se sienta a mirar y se excita después de tanto tiempo de inactividad. Voyerismo amateur con madre e hija como objetos del deseo. ¿Existe una palabra para describir este concepto? Habría que preguntarle a la RAE. “Señores, me gustaría realizar una linda menage a trois con esta linda flogger y su madre mientras su padre mira y se excita. Invéntenme una palabra porque no quiero hacer algo que no esté documentado, no me gustaría ser el precursor de semejante aberración. Mi sugerencia, señores, es la siguiente: Amatovoyerismopaternicusmaritalis. ¿Qué les parece?” Y ahí es donde se levantan para aplaudirme y agradecerme tan solemne contribución a su real diccionario. Amatovoyerismopaternicusmaritalis. Hasta sonaría decente si no fuera por tu vieja, que es flor de puta.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Navidad

Salvo por mi cuerpo muerto en el centro, la habitación está como siempre. Veo los ángulos que las paredes forman con el suelo: están sucios, al igual que el piso y la sangre que se escapa por mi cabeza. No siento dolor ni molestias. La sirena afuera y la radio del vecino confirman la fecha. Buenos Aires arde. Quién me mató está bajando ahora las escaleras del edificio. Me pregunto como será su cara, el motivo de su violencia. Si se hubiera llevado mi billetera o alguna pertenencia lo entendería. Pero entró, me rompió el cráneo y se fue sin decir una palabra. Aunque creo haberlo escuchado murmurar por lo bajo algo como "feliz navidad". Estoy en el suelo en una posición indecorosa. Mi brazo derecho quedó cruzado por debajo de mi pecho y mis calzones se bajaron un poco dejándome media nalga al descubierto. Imagino la cara que pondrá quién me encuentre primero. Si pudiera sentir placer, lo sentiría, no tengo dudas. Imagino que quién me alquila está habitación llorará por su renta más que por mi ausencia. Y eso que me habían pagado el aguinaldo. Aunque para ser sincero debo admitir que nunca me trató mal. Tampoco es que le di motivos. Me considero un excelente inquilino. Su hija, la verdad es que está un poco enamorada de mí. Tengo ese efecto sobre las hijas de quienes me alquilan las habitaciones. La navidad pasada (todo sucede siempre en navidad) me había horneado un rico budín. Rico, pero no exquisito. Me golpeó la puerta con ganas de entrar pero la verdad es que estaba un poco ocupado y tuve que despacharla ahí mismo. Es que estaba leyendo Anna Karenina. Ahora que me pongo a pensar, creo que era Guerra y Paz. No lo recuerdo. La muerte debe haberme dejado un poco idiota. Como sea, estaba leyendo, y a la puerta viene la hija de quién me alquila a dejarme este rico budín navideño. ¿O ya estaba muerto cuando vino? No estoy seguro. Así que lo comí como siempre como los budines navideños: con cara de ventilador roto. Y cuando por fin me iba a poner a resumir mi lectura, ahí me golpea el padre para desearme felices fiestas. Se habían complotado para hacerme pasar una navidad penosa. Le agradecí con mi mejor cara y le cerré la puerta en la suya. Que descortés. Espero me perdone. Es su habitación después de todo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

1667

El gran viejo se ha quedado ciego. Escribiendo sus versos de cielo e infierno sus ojos se han roto hacia adentro. El día ha llegado y la obra está presta, los versos lo encuentran mirando sin ver : “Say first, for Heav’n hides nothing from thy view nor the deep tract of Hell” “nor the deep tract of Hell…” Repite en lo bajo “Nor the deep tract of Hell…” Lo veo y lo siento, caminando despacio, cuidado su andar, olvidado el mirar. Lo negro del aire, lo frio del viento, lo oscuro del alma perdida en el tiempo. La ropa en la silla, la cama deshecha, la comida en el plato, la casa desierta. Es que es el trabajo, de los que queriendo pueden, de los que haciendo logran, de los que viviendo no mueren. ¿Pues quien más podría, sino el gran viejo, escribir esta obra, en tan solo una vida? ¿Y creen que el precio, la vista muerta e ida, es harto muy alto, para pagar con la herida? Seamos sinceros, seamos todo menos humanos, mirémoslo a él, que nos ha roto en sus cantos: “Say first what cause mov’d our Grand Parents in that Happy State, favour’d of Heaven so highly, to fall off from their Creator,” La heroica rima sin verso de Homero, luego de Virgilio y ahora de él, sentado repasa, del I hasta el X, la mueca en su cara, será la última vez. El año está viejo, el siglo también, Blake lo ilustra primero y critica después: "He was a true Poet, and of the Devil's party without knowing it." ¿Puede una persona hacer sin creer, ser sin saber que su inspiración no es de él? Parece que algunos asi no lo creen, parece que otros lo ven un hereje. Lo cierto es que el monstruo reorganiza sus fuerzas: “Better to reign in Hell, than serve in Heav'n.” Y así los levanta, a sus malditos aliados, que pronto muy pronto caen en su encanto: “The Mind is it's own Place, and their within, can make a Hell out of Heaven, or a Heaven out of Hell.” Luego hacia afuera, hacia esa tierra bendita, el monstruo se eleva “through the Gates of Hell.” ¿Y Dios donde está? Pregunta y responde el libro tercero: Dios solo observa, y se proclama inocente, se libera del tema, de una manera decente: El hijo del padre, se ofrece a sufrir, por los pecados del hombre, y en la cruz morir. Satán es su nombre, Belcebú es su teniente, el libro cuarto lo encuentra, en el paraíso impaciente. La observa a ella, también lo ve a él, duda en su tarea, pues muy inocentes se ven. “Reason just/, Honour and Empire.” Él dice lo obligan a continuar su tarea. Pero el gran ángel Gabriel descubre su intento, y con la fuerza del trueno, lo fuerza a salir. Rafael en el quinto, explica a Adán, lo hasta aquí sucedido. Y luego en el sexto, más de lo mismo: el hijo de Dios ha expulsado a Satán, del cielo lo ha echado, por siempre jamás. En el siete un consejo, muy sabio le da: “in the day thou eat'st, thou diest / Govern well thy appetite, lest Sin/ Surprise thee, and her black attendant Death.” En el libro ocho Adán es curioso, y Rafael advierte por demás vehemente: “heaven is for thee too high/ To know what passes there; be lowly wise” El nueve, el noveno, ¿para que repetirlo? ¿Acaso hay alguien que no lo haya sufrido? La fruta prohibida, la manzana del encanto, la vida perdida, con dolor y espanto. ¿Y después? ¿Después de la orgía, la pasión y el deseo? ¿Después? Pues muy fácil, muy fácil: "They sat them down to weep, nor only tears/ Rained at their eyes, but high winds worse within/ Began to rise, high passions, anger, hate,/ Mistrust, suspicion, discord, and shook greatly/ Their inward state of mind." Y ahora permítanme hacer una pausa, mirar hacia adentro y encontrar una causa. ¿El motivo de esto? ¿La razón del pecado? ¿Acaso no fuimos por EL así creados? Y yo me pregunto… Si todo lo sabe, si todo lo ve, ¿no pudo evitarnos esta falta de fe?
El Hijo viaja presto al paraíso, a juzgarnos muy triste, pues su padre lo quiso. En el once Miguel desciende a la tierra, y narra la historia de una nueva era. El doce nos ve, caminando hacia afuera, con la promesa de un mesías que pronto vendría. ¿Y después? ¿Que viene después? La respuesta servida está a nuestros pies: “The World was all before them, where to choose Their place of rest, and Providence Their guide: They hand in hand with wandering steps and slow, Through Eden took Their solitaire way.”

LIBERTAD, ME CAGO EN LA LIBERTAD.